Al día siguiente fuimos a la casa museo de Frida Kahlo. El gran amor entre ellos se ve plasmado en el arte, la arquitectura. Si bien vivieron 27 años en esta casa, en realidad fué la casa paterna de Frida....su arte, el de Diego muestra su politica anticapitalista y su tendencia comunista, su sensibilidad ante la cultura aborigen, su denuncia ante el maltrato y agresión de los pueblos originarios con la conquista, la denuncia clara a la complicidad de la iglesia. Sus personajes desfilan en esos murales dinámicos llenos de color..., de gritos y tradición, entre calas, frutos y semillas. Frida es más interior, pinta sus emociones, sus sentimientos, su búsqueda interior...Su paleta esta llena de color, de ella emergen flores, monos, cacatuas, también el dolor de una vida marcada por las dolencias físicas y una salud endeble.
Con Frida uno ve la rebeldía de una mujer fuera de su época...que se ganó el respeto por su caracter y su espíritu libre..., incontenible en ninguna estructura, en sus pinturas se ve el amor profesado a Diego, su alma gemela, un amor que regresa siempre, que perdona, que contiene y que al final triunfa y vence. Me hace recordar un texto de la biblia: "...EL AMOR ES MÁS FUERTE QUE LA MUERTE " y ellos dan testimonio de esto: su amor es eterno, sigue con ellos y con nosotros a través de su obra.
También vimos un conjunto de 6 murales de Diego en el Palacio Nacional, testigos de una época y de un grito de justicia social que sigue sonando entre sus paredes.
Volvimos a recorrer las calles del centro histórico, deambular sin rumbo como nos gusta, descubriendo arquitectura antigua, ingresando a algun que otro convento. En una de esas caminatas descubrimos el convento de Sor Juana Inés de la Cruz, una de las teólogas de la iglesia católica...Nos quedamos asombrados ante una estatua de esta mujer, que tiene facciones como de un estraterrestre, en el interior del convento hay una más pequeña que es igual de fea...Misterios...misterios...
Empezamos a recorrer los Barrios Mágicos del DF como le llaman. Nos trasladamos a Xochimilco, una zona natural surcada de canales que se lo conoce como la pequeña Venecia ya que la gente se traslada en "chalupas" empujadas por remeros.
El lugar es literalmente un paraíso. Islotes cubiertos de plantas con flores, patos nadando, casas con jardines que se extienden hasta los canales, plantas acuáticas, viveros, muchos árboles. Las Chalupas son embarcaciones muy coloridas que tienen capacidad para 20 personas.
Durante el paseo que realizamos bajamos en un vivero y adquirimos un bonsai de una especie de pino (bellísimo). Ahora queda la intriga si podremos ingresarlo por las aduanas. Hicimos un recorrido por la población de casas sencillas, las que dan a la orilla de los canales poseen embarcaciones para trasladarse, aunque haya caminos y puentes. Nos sentamos en una de esas escalinatas que da a un canal y apenas damos crédito a lo que experimentamos: una vista espléndida, chalupas que pasaban con turistas, otras con mercadería que vendedores ofrecían: desde comida, bebidas, artesanías, hasta grupos de mariachis ofreciendo sus melodías y cantos. Todo el conjunto era mágico.
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